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¡No al olvido!

Madre…esto es muy obscuro, frío, muy frío.. duelen los huesos, arde la carne. Siento la piel húmeda, que llora por todos los poros. ¿O seré yo Madre, que no soporto el dolor? ¿Cuánto tiempo aquí llevamos?, ¿o llevo?, porque al principio nuestros lamentos eran uno, al unísono, como cuando gritábamos mentándoles la madre antes que nos detuvieran los policías; luego, fueron golpes y más gritos de indignación los nuestros, de insultos los de ellos.

Madre, por favor no me deje, búsqueme, en algún lugar me encuentro, (ni yo mismo sé dónde nos trajeron).

Ella se levanta, camina hasta la puerta, mira el cielo, está lloviendo en medio de la noche tiene ganas de correr, de buscar, no sabe que, pero piensa… ¡no!, no piensa, su corazón le dice que algo grave pasa. En esa obscuridad lo más terrible se avecina. Se da cuenta que un mensaje llega al celular ….-“por favor ponga una recarga, me urge. Nos están llevando”- lo lee, una, dos, tres veces. Su corazón se rompe.

¿Sabe madre..? Yo no lloré; nos golpeaban, nos pateaban; una y otra vez nos decían que nos había llegado la hora, “por pendejos” decían , “por estar contra el gobierno” insistían. Desquitaban su ira, golpeándonos con las culatas, donde fuera, a quien fuera; amontonados uno sobre otro nos traían en las cabinas de las camionetas, les daba igual si nos pegaban por quejarnos o por movernos, algunos de mis compañeros están heridos, antes de detenernos nos dispararon, nos cazaron con saña, sin miramientos, para ellos era lo mismo que estuviéramos vivos o muertos. Vi cuando nos detuvieron, que ahí estaba el ejército, observando, o cuidando que las órdenes se cumplieran, vi también como a alguno de mis hermanos los hirieron con las balas disparadas. Si Madre, usted sabe que mis compañeros son mis hermanos, así nos cuidamos, como familia, el verlos heridos dolía como el estar también sintiendo en carne propia las heridas, eso sí, con la ira acumulada a punto de estallar, como la carne al recibir el impacto. Luego nos pusieron bolsas en la cabeza para que no los miráramos y de esta manera nos trajeron a este lugar; horas de viaje y de angustia, ¿pero sabe Madre?, ¡yo no llore!

Amanece, la angustia se convierte en agonía, y esta se une a las otras, la de cada madre que van enterándose de un hecho latente; a sus hijos los detuvo la policía y no saben a dónde los llevaron, dicen que fueron detenidos en Iguala y no en la escuela normal de Ayotzinapa. Al paso de las horas, sigue siendo un caos, empeora el martirio y la incertidumbre, saben que hay muertos y varios desaparecidos, se corre la voz de cómo los persiguieron, emboscaron, golpearon, hirieron, asesinaron. Las “autoridades” callan, mienten, tergiversan, pero no buscan. Son #43 los desaparecidos, todos normalistas. 43 familias que mueren por la angustia de no saber, 43 madres que parieron un hijo, y no saben de ellos, 43 padres que cada minuto mueren y reviven para buscar, porque se juraron que los van a encontrar.

Madre.. yo quiero que este orgullosa de mí, he soportado cada insulto, cada golpe, cada herida. Madre… así ha sido nuestra vida en el campo, difícil, dura, con penurias; recibimos golpes que hieren y humillan de este sistema que nos tiene empobrecidos, sometidos; pero no nos doblegamos, nuestro orgullo, nuestro amor a la tierra es más fuerte que cualquier desgraciado que quiera dominarnos. Por eso quiero ser maestro, para enseñar a mi gente a defenderse. A seguir el ejemplo de Genaro, de Cabañas de quienes dieron su vida para darnos dignidad….¿se acuerda Madre cuantas veces hemos platicado de ellos?

Ahora estoy aquí, sin saber del tiempo, ya no importa si es de noche o de día. Ya no importa el dolor, ni las lágrimas, ni los gemidos, ni los llantos. Lo único que importa es que me busque, que me encuentre. Lo que quiero Madre, es que no me olvide, porque si lo hace….empezaré a MORIR

(Rafael Muñoz

Los Ángeles, California)

Carta abierta de Pedro Miguel a Ricardo Monreal

Apreciado Ricardo:

Ya párale.

Nadie te condenó a muerte (ni siquiera a la muerte política) ni te ofendió ni te faltó al respeto ni dejó de tomarte en cuenta.

Simplemente no obtuviste una candidatura. No es para tanto. Hay vida (política y de la otra) más allá de las jefaturas de gobierno.

¿Te eligen? Bien, pues a fajarse con la responsabilidad. ¿No te eligen? no importa: perteneces a una organización en la que confías y otro compañero hará el trabajo y estarás bien representado. Hay muchísimas otras tareas en las que resultas necesario y puedes desempeñar con gran eficiencia y experiencia. Bueno, yo así pienso.

Y pienso también que estás quedando como un niño berrinchudo, como un ególatra y como un ambicioso. Estás haciéndote a ti mismo un daño infinitamente mayor que el que le haces a Morena y a la causa de López Obrador. Estás despedazando tu prestigio y tu autoridad moral. Te expones al menosprecio de quienes han sido nuestros adversarios desde hace mucho tiempo. No digo que no se apresten a sacarte el jugo pero harán precisamente eso: utilizarte; nada más.

Me parece que sería lamentabilísimo que recorrieras hasta el final la ruta que empezaste a andar tras la selección de la candidatura para el GDF; sería una pérdida para el proyecto de transformación del país y para ti mismo, y una ganancia magra y circunstancial para quienes se empeñan en mantener al país en su rumbo actual al abismo.

Una rectificación de tu parte, en cambio, sería un acto de grandeza que miles de compañeros en Morena recibiríamos con empatía y con admiración.

Casi no nos conocemos y no hemos tenido más que una o dos ocasiones para platicar. Te cuento ahora: no me gusta tu estilo de hacer política pero por encima de asuntos estilísticos, que no son muy sustanciales, te considero un dirigente y un compañero que durante muchos años ha ostentado una militancia leal, honesta y tremendamente eficaz, y pienso también que eres un político y un funcionario hábil y muy inteligente.

Penúltimo: escribo exclusivamente por mí y firma mi conciencia. Y, claro, dudo mucho que lo expuesto en esta misiva tenga alguna incidencia en tus decisiones, pero me siento obligado a expresarte con franqueza mi sentir.

Y antes, en todo caso, de que nos encontremos en trincheras confrontadas, te mando un abrazo.

Pedro Miguel

México, D.F., 13 de septiembre de 2017.-