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Partidos políticos: gasto cuestionable.

El Consejo General (CG) del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó ayer el financiamiento público para las fuerzas partidistas en 2021, el cual será de 7 mil 226 millones de
pesos.

Este monto representa un aumento nominal de más de 37 por ciento con respecto al de 2020, cuando fue de 5 mil 239 millones de pesos.

Como cada año, los consejeros electorales
se lavaron las manos con respecto a la injustificable cuantía de estos recursos, aclarando que ellos no hacen sino aplicar la fórmula establecida en la Constitución, por la que el total se obtiene multiplicando el número de personas inscritas en el padrón electoral por 65 por ciento del valor diario de la unidad de medida y actualización (UMA), para luego distribuirlo asignando 30 por ciento de manera igualitaria y 70 por ciento de acuerdo con el porcentaje de votos obtenidos en la última elección de diputaciones federales.

En teoría, el otorgamiento de recursos
públicos a estas instituciones trata de garantizar la separación entre el poder político y el económico, la cual queda obviamente en entredicho cuando los candidatos a cargos de elección popular acuden a la iniciativa privada en busca de financiamiento para sus actividades de campaña o para la operación cotidiana de sus plataformas. Es decir, se pretende atajar las tentaciones de incurrir en actos de corrupción para impulsar las carreras de los
políticos.

Lamentablemente, la historia se ha encargado de probar que ninguna cantidad de dinero basta para poner a salvo a la democracia de
las lacras de la corrupción y la captura oligárquica. En efecto, el generoso financiamiento otorgado por el Estado a los partidos, lejos de mantener a raya los actos de corrupción, se ha convertido en un verdadero imán para personajes carentes de escrúpulos, quienes usan el servicio público como una mera fachada para el enriquecimiento personal.

No sólo no ha servido la inversión millona-
ria en los partidos: ha resultado a todas luces contraproducente. Al eliminar el sistema de cuotas que los militantes aportaban para el funcionamiento de los partidos a los cuales se encontraban afiliados, las cúpulas partidistas dejaron de responder a sus bases y comenzaron una perversa relación simbiótica con las
burocracias que las alimentan. En este pro-
ceso se diluyó la identidad ideológica de estas instituciones, pues ya no representan a sectores de la sociedad comprometidos con ellos y capaces de exigirles cuentas, sino que hablan y actúan únicamente en su propio nombre.

Ante realidades como las descritas, resulta
inevitable cuestionar la utilidad de que los
ciudadanos mantengan a las instituciones
políticas y a los órganos electorales este año, el INE dispuso de 11 mil 421 millones de pesos para su operación– tal como existen en la actualidad. En cambio, parece claro que éstos deben pasar por una profunda restructuración que los haga cumplir con los propósitos para los cuales la ley les asigna recursos tan generosos, a la vez que ajusta sus gastos a una escala que no constituya una ofensa para la ciudadanía a la cual presuntamente sirven.

Tomado de La Jornada.

Pensándolo bien: No le gustará este texto. Por: @jorgezepedap. 👉🏾 [¡No leer si eres antiamlo]

Si usted es uno de los mexicanos convencido de que el presidente Andrés Manuel López Obrador nos está conduciendo al desastre, este texto probablemente habrá de incomodarle. El manejo que el gobierno ha hecho de la crisis económica provocada por la pandemia ha sido percibido en el sector privado poco menos que como un crimen, un error descomunal que deprimirá al sector productivo y condenará al país a la depresión y a la pobreza. Entre la élite y los sectores altos y medio altos esta tesis se ha convertido en una verdad absoluta. El problema para ellos es que la información está lejos de ser concluyente y en más de un sentido podría ser contraria.

El desplome. Según las estimaciones más recientes del legendario y conservador The Economist, el PIB de México caerá este año 9.7%, el peor descenso en muchas décadas, lo cual parecería confirmar la noción de que el gobierno no tiene idea de cómo funciona una economía moderna. Pero en tal caso tampoco la tendrían los gobiernos de la zona europea que en conjunto caerá 8.4% este año, arrastrada por España (-11.0%), Italia (-10.8%), Francia (-10.4%) e Inglaterra (-9.0%). En otras palabras, la magnitud de la caída de la economía no es un indicador que por sí solo permita aprobar o reprobar a un gobierno.

Ideologías y partidos políticos aparte, lo cierto es que el impacto económico de la pandemia tiene que ver, mayormente, con las características estructurales y crónicas de un país. Naciones en las que son muy relevantes el turismo, el petróleo y la subordinación a cadenas productivas internacionales lo pasarán peor que aquellas orientadas a la producción de alimentos o a insumos destinados al sector tecnológico, por ejemplo. La diversificación de la planta exportadora y su flexibilidad para adaptarse a las nuevas condiciones será un factor decisivo en los meses por venir.

En ese sentido en México los astros no están del todo alineados. No solo por la fragilidad que nos impone una vocación turística y petrolera, también porque nuestro sector de exportación resulta poco competitivo a mar abierto, toda vez que nuestro empresariado se fortaleció a la sombra de la maquila y la interdependencia que ofrecía el TLC a partir de una mano de obra barata. Pero sin esos “flotis” el país carece de la competitividad en el mercado mundial que alcanzan otras naciones de América Latina o el Mediterráneo. Del otro lado, la interdependencia con Estados Unidos, que nos impone esa fragilidad ante el mercado mundial, se convierte en una ventaja geográfica evidente. De lo anterior se desprende que citar una cifra negativa (en este caso el -9.7%) como argumento último y definitivo para descalificar al gobierno es simplista o revela un interés político. No solo habría que contextualizar los datos con el resto de los países sino entender las singularidades históricas, geográficas y estructurales para poder desprender una valoración razonable sobre el desempeño de las autoridades.

Nulos apoyos al sector productivo. Contra lo que hicieron la mayoría de los gobiernos, el mexicano decidió ignorar a la planta productiva y concentrar todos los esfuerzos en la población de bajos ingresos. Una actitud no solo calificada de suicida para efectos económicos sino también de criminal porque, a juicio de sus críticos, obedecía a un cálculo político electoral. Pero, otra vez, los números no necesariamente confirman esta tesis. En países como Francia o Alemania donde el grueso de la población trabaja en el sector formal, la ayuda a las empresas es también una ayuda a sus trabajadores, es decir a las familias. Pero ¿qué pasa cuando la mayoría de las familias, particularmente las más pobres, no trabaja para una empresa formal? La respuesta de López Obrador fue una estrategia “de abajo para arriba”. La primera responsabilidad del gobierno ante una crisis de esta magnitud, asumió el presidente, es que el cierre de la actividades económica no se convierta en una tragedia humana. Entre el 52 y el 56% de los trabajadores operan en el sector informal, la mayoría de ellos vive literalmente al día. Disminuir impuestos a las empresas u ofrecer créditos subsidiados a los empresarios, como clamaba la iniciativa privada, no iba a dar de comer a decenas de millones de hogares al límite de la pobreza; las transferencias del gobierno, sí. Y justamente eso es lo que hizo. En este momento entre 60 y 70% de las familias del país recibe algún tipo de apoyo económico directo. Adicionalmente se generó una partida para minicréditos a la microempresa y al trabajador por cuenta propia (equivalente a poco más mil dólares) para paliar los efectos de la parálisis económica.

La irresponsabilidad de no endeudarse. Una crítica adicional tiene que ver con la renuencia del presidente a recurrir al endeudamiento lo cual habría ampliado el tamaño de “la cobija” y permitido ayudar a todos y no solo a los más pobres. La negativa de AMLO puede ser objeto de discusión, pero no es irracional. Los niveles actuales de endeudamiento son preocupantes y sangran brutalmente el presupuesto. Ya hay textos que señalan la amenaza que representa la deuda contraída para la recuperación a corto y mediano plazo de varios países europeos. En ese sentido, México no habrá incrementado ese lastre.

Se puede estar en desacuerdo con la estrategia del gobierno de la 4T pero eso no significa que sea absurda o irracional. Responde a criterios y urgencias que pueden no ser los de algunos sectores de la población pero sí las de otros. López Obrador apostó por un apoyo al consumo (o evitar una crisis de consumo). Con ello buscó un propósito doble: impedir una tragedia social pero también propiciar la demanda desde abajo para la reactivación de los sectores productivos. Acompañó esta estrategia con dos objetivos complementarios: uno, restablecer el T-MEC para agilizar las cadenas productivas de exportación y dos, acortar los semáforos de salubridad para reanudar lo más pronto posible la actividad económica. En otras palabras, la prioridad ante la pandemia no fue evitar la propagación del virus porque eso habría significado un confinamiento económico insoportable para los pobres, sino simplemente aplanar la curva de contagios e impedir un colapso del sistema de salud pero con el mínimo de semanas de parálisis económica.

No hay garantías de que la estrategia de López Obrador sea la idónea. Difícilmente alguna lo es. Lo único cierto es que la realidad es suficientemente ambigua y el calendario excesivamente temprano para crucificar o, por el contrario, beatificar a alguien por ese motivo. Hacerlo es, simple y llanamente, grilla.

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Con la reforma energética se “tranzaron” 11 gubernaturas a favor del PAN, PRD y empresarios. Por: @RivelinoRueda

¡Son unos atascados!”, lanzó el priista David Penchyna entre so­noras carcajadas de los entonces senadores del PAN Salvador Ve­ga Casillas, Javier Lozano Alarcón, Jorge Luis Lavalle Maury, Francis­co García Cabeza de Vaca y Fran­cisco Domínguez Servién.

Eran las noches de mediados de diciembre de 2013, en medio de un aparatoso cerco policiaco-militar en las calles aledañas a la sede del Senado de la República.

Era un pedazo de ciudad aparte de la ciudad, una especie de tierra de máxima seguridad en un país ajeno. Nadie entraba, nadie salía.

Por allá, lejos, las tímidas e ino­cuas protestas de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador (en ese momento en un hospital privado, luego de sufrir un infar­to al miocardio), de miembros del Sindicato Mexicano de Electricis­tas (SME) y de las organizaciones sociales de siempre, no distraían el festín de los senadores del PRI, PAN y PVEM por estar en la rec­ta final del debate para la aproba­ción de la reforma constitucional en materia energética del presi­dente Enrique Peña Nieto.

“De haber sabido que las pro­testas iban a estar así, hubiéramos privatizado todo el sector energé­tico”, reviró el panista Salvador Ve­ga Casillas, quien fungía como se­cretario de la Comisión de Ener­gía de la Cámara alta.

Emilio Lozoya y Pedro Joa­quín Coldwell, director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) y secretario de Energía, respecti­vamente, seguían el debate en el pleno de la Cámara de Senadores desde una oficina del recinto le­gislativo.

Desde ahí operaban y giraban instrucciones. Tenían línea abier­ta con Peña Nieto, pero también con el entonces secretario de Ha­cienda, Luis Videgaray, así como con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para “lo que se necesitara”.

La aprobación del ordena­miento, “joya de la corona” del Pacto por México, prácticamen­te ya estaba amarrada. La mayo­ría calificada se cumplía con los votos de las bancadas del PRI, del PAN, del PVEM y del Panal. Pe­ro los funcionarios tenían la enco­mienda directa del presidente de la República de “evitar sorpresas” de último momento.

A casi ocho años de ese contro­vertido y desaseado proceso legis­lativo, un exsenador del Acción Nacional –quien ya no pertenece a ese instituto político y que en ese momento fue integrante de la Co­misión de Puntos Constituciona­les (y quien además pide el anoni­mato) relata para Reversos que los “focos de alerta” del gobierno fede­ral estaban en algunos senadores del PRI que “sabían lo que signifi­caba la privatización de la indus­tria petrolera”, pero sobre todo en los senadores del PAN que, “aun­que eran los más convencidos de aprobar esa legislación, al final ele­varon el costo de su voto y comen­zaron a chantajear con el sentido de su sufragio si no se les conce­dían ciertas peticiones”.

A pesar de que el dirigente na­cional del PAN, Gustavo Madero Muñoz, ya había dado su palabra de que ese partido acompañaría la iniciativa de reforma constitucio­nal en materia energética, emana­da del Pacto por México, el exse­nador comenta que todo se le sa­lió de las manos al líder del PRI en el Senado, Emilio Gamboa Pa­trón; al presidente de la Comisión de Energía, David Penchyna; al di­rector general de Pemex, Emilio Lozoya, y al secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, “cuando diez senadores de Acción Nacio­nal le advierten a los priistas que no votarán a favor de la reforma energética si no se les cumplen al­gunas peticiones”.

“En ese momento ya no había recato de ninguna parte. Ahí se negociaron gubernaturas. Se tra­tó de una especie de nuevas con­certacesiones como las del sexe­nio de Carlos Salinas de Gortari en Guanajuato y Baja California. No le quedaba de otra al gobierno de Peña Nieto. Estaban las horas contadas para la votación de la re­forma constitucional en el pleno y esos votos podían marcar la dife­rencia”, dice.

Los senadores que se rebela­ron en esas horas críticas de la re­forma energética, recuerda, fue­ron Carlos Mendoza Davis, Javier Lozano Alarcón, Mariana Gómez del Campo, Martín Orozco San­doval, José Rosas Aispuro, Mar­tha Elena García Gómez, Francis­co Domínguez Servién, Francisco García Cabeza de Vaca, Fernando Yunes Márquez y Luisa María Cal­derón Hinojosa.

Ahí, frente a Lozoya Austin, Pedro Joaquín Coldwel y David Penchyna, los panistas advirtie­ron que se ausentarían de la vota­ción en el pleno del Senado, vota­rían en abstención o de plano su sufragio sería en contra si no se les garantizaban gubernaturas, alcal­días o más recursos.

Los funcionarios se quedaron helados con la exigencia. Pidieron unas horas para tratarlo directa­mente con el presidente de la Re­pública. En dos horas tuvieron una respuesta. Peña Nieto aceptó con una condición: no se ventilarían actos de corrupción de gobiernos del PRI y se plegarían a cualquier disposición del gobierno federal que compitiera a sus estados.

Así, Mendoza Davis salió con la gubernatura de Baja California en la bolsa. Lozano Alarcón con la promesa de la gubernatura de Puebla, a reserva de lo determi­nara el mandatario local en aquel momento, Rafael Moreno Valle; y Mariana Gómez del Campo con la delegación Benito Juárez de la Ciudad de México para su ex pa­reja sentimental, Jorge Romero.

Además, Martín Orozco San­doval con el gobierno de Aguasca­lientes. José Rosas Aispuro con el de Durango. Martha Elena García Gómez con la gubernatura de Na­yarit para su hijo, Antonio Eche­varría García, hoy mandatario de ese estado. Francisco Domín­guez Servién con la gubernatura de Querétaro, y Francisco García Cabeza de Vaca con el gobierno de Tamaulipas.

Fernando Yunes Márquez cumplió la encomienda de su pa­dre, Miguel Ángel Yunes Linares, para hacerse del gobierno de Ve­racruz en los comicios de 2016, y a María Luisa Calderón se le pro­metió otra vía de solución, ya que el presidente ya había comprome­tido la gubernatura de Michoacán, tras la firma del Pacto por México, para el perredista Silvano Aureo­les Conejo, luego de negociar con el entonces Jefe de Gobierno, Mi­guel Ángel Mancera, y con los di­rigentes del PRD Jesús Zambrano Grijalva y Jesús Ortega Martínez.

“¡Son unos atascados!”, lanzó David Penchyna cuando se con­cretó esa negociación con los pa­nistas, recuerda el exsenador de Acción Nacional.

El exsenador panista comenta que también hubo senadores del Partido de la Revolución Demo­crática (PRD) que recibieron so­bornos por aprobar las reformas del Pacto por México, sobre todo la laboral, telecomunicaciones, de competitividad, de educación y política, pero además por “hacer quórum y simular una oposición a ese ordenamiento en la reforma energética”.

Señala que uno de los más be­neficiados fue el hoy gobernador de Puebla y en ese entonces coor­dinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa Huerta, “a quien se le garantizó la Presidencia de la Mesa Directiva del Senado para el tercer año de ejercicio de la 62 Le­gislatura”.

Otros de los senadores perre­distas que se prestaron a esa simu­lación –añade—fueron Angélica de la Peña, esposa de Jesús Ortega Martínez; Sofío Ramírez Hernán­dez; Armando Ríos Píter; Isidro Pedraza Chávez; Adolfo Romero Lainas, la petista Martha Palafox Gutiérrez; Luis Sánchez Jiménez, e Iris Vianey Mendoza.

En esos “perversos acuerdos” también se definió el experimen­to de Nuevo León, con la prime­ra gubernatura “independiente” en la historia del México contem­poráneo, luego de que la iniciativa privada, específicamente el Grupo Monterrey y el Consejo Coordina­dor Empresarial (CCE), de la ma­no de Claudio X. González padre, negoció con el gobierno de Peña Nieto su aval a la reforma energé­tica a cambio de esa gubernatura.

La única condición para cerrar el trato por parte del gobierno de Peña Nieto –narra el exsenador del PAN, que pidió el anonimato a Reversos— fue que el candidato fuera un “expriista dócil”.

Se puso sobre la mesa el nom­bre de Jaime Rodríguez Calde­rón, “El Bronco”, quien recibió el visto bueno de las cúpula empre­sarial, además de que planteó un “experimento” para que este polí­tico –también con la bandera de ‘independiente’—compitiera en la elección presidencial de 2018 pa­ra supuestamente quitarle el voto de los indecisos a Andrés Manuel López Obrador”.

Lo mismo ocurrió con la guber­natura de Quintana Roo –conti­núa el exlegislador–, donde las dirigencias del PAN y del PRD, al mando de Gustavo Madero Mu­ñoz y Jesús Zambrano Grijalva, respectivamente, negociaron el gobierno de la entidad con la con­dición de que fuera un expriista, en este caso Carlos Joaquín Gon­zález, medio hermano del enton­ces secretario de Energía y cacique de la entidad, Pedro Joaquín Co­dwell, quien gobernara el estado.

Pero el 4 de marzo de 2015, a cuatro meses de los comicios fe­derales intermedios y de la reno­vación de 13 gubernaturas, la ma­yoría de ellas ya pactadas, todo estuvo a punto de venirse abajo, recuerda el exsenador panista.

En medio de las audiencias públicas para la Ley General de Transparencia, el senador del PAN, Javier Corral Jurado, denun­ció que en el Congreso “se mane­jan grandes cantidades de dinero de las que no se rinden cuentas y se pagan compensaciones a los legis­ladores por votar determinadas le­yes o ratificar los nombramientos propuestos por el presidente En­rique Peña Nieto”.

“El Congreso se maneja con di­nero; además de la dieta que tene­mos los legisladores. Los legisla­dores recibimos una serie de ‘arre­madijos’ que van haciendo una bolsa impresionante de recursos. Incluso se llegan a ganar compen­saciones por voto. Recibe uno en sus cuentas bancarias, después se las tienen que andar descargan­do. ‘Oye, yo no voté la energética, yo voté en contra’. ‘Ah, pues te lo quitamos’. ‘Perfecto’. Porque has­ta a mí me andaban sumando una compensación por votar reforma energética, pues ¿qué es eso?”, re­veló el exsenador por Chihuahua.

Luego de esas afirmaciones, añade el legislador, “el gobierno federal busca a Javier Corral pa­ra ofrecerle la gubernatura de Chi­huahua a cambio de su silencio por las tranzas que se hicieron en la re­forma energética y en los ordena­mientos emanados del Pacto por México. Corral aceptó la propues­ta y ahí está ahora, ya casi por cum­plir su periodo como gobernador del estado”.

Señala que hoy que empiezan a salir nombres de los políticos que fueron sobornados por funciona­rios del gobierno de Peña Nieto para avalar las reformas del Pac­to por México, especialmente la energética, “también estos acuer­dos para entregar gubernaturas se tienen que conocer para que se vea el tamaño del ‘saqueo a la nación’ que se dio con ese ordenamiento” que –dice— “representó la única encomienda de Peña Nieto en su sexenio, y que fue dictada por sus patrocinadores para que llegara a la Presidencia: la de abrir la indus­tria petrolera a particulares nacio­nales y extranjeros”.

*Rivelino Rueda cubrió la fuente del Senado de la Repúbli­ca de 2007 a marzo de 2018 para el periódico El Financiero. Entre 2012 y 2015 dio seguimiento a las reformas derivadas del Pacto por México, entre ellas la constitucio­nal en materia energética y sus las leyes secundarias.

Emilio “L” revelará intromisión de Carlos Salinas de Gortari en PEMEX, durante gobierno de Peña.

Se comienza a develar el misterio por todos conocido, el poder detrás del trono de Peña, la mano que realmente meció la cuna durante el Peñato.

En una columna para El Universal, el periodista Salvador García Soto reveló que Lozoya, “desde la comodidad de su hogar” prepara la entrega de información en la que dará detalles de la relación que tenía Carlos Salinas de Gortari con las decisiones que se tomaban en el gobierno de Enrique Peña Nieto, en específico en Pemex.

Emilio Lozoya comenzó a entregar pruebas y nombres de exfuncionarios federales que estuvieron inmiscuidos en los casos de corrupción de los que se le acusa, entre los que estaría el expresidente Carlos Salinas de Gortari.

“Además de aportar pruebas contundentes en contra del empresario Alonso Ancira, el exdirector de Pemex también planea revelar cuál era la participación del expresidente Carlos Salinas de Gortari en las decisiones que se tomaban en el gobierno de Peña Nieto, especialmente en la petrolera nacional.

“Emilio va a documentar cómo personalmente Carlos Salinas le pidió y lo presionó para realizar acciones y tomar decisiones que tenían que ver con las asignaciones de Pemex y dará detalles de reuniones que tuvo con el expresidente, tanto en su casa de Camino a Santa Teresa como en sus oficinas alternas de Montes Urales, en las Lomas de Chapultepec, en las que se hablaba de contratos y negocios en Pemex. En otras ocasiones, también hablará de las reuniones que tuvo con Emiliano Salinas Ocelli, hijo mayor del expresidente, quien lo mandaba a tratar ‘asuntos’ con el director de Pemex”, comentó una de las fuentes cercanas a la defensa de Lozoya”, escribió el periodista.

En lo que respecta a la entrega de sobornos de la empresa Odebrecht para aprobar la Reforma Energética y financiar la campaña de Peña Nieto. Loyoza contaría con videos que servirían de prueba para su defensa, pues él asegura que fue presionado para participar en los actos de corrupción.

“Los primeros materiales que entregó Lozoya corresponden a documentos, comprobantes y algunos videos grabados por él mismo en sus oficinas, con los que acusa directamente a exfuncionarios del gabinete peñista como el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray, a quien menciona como responsable tanto de la decisión de comprar la planta propiedad de Alonso Ancira, como de haberse reunido con Luis Meneses, director de Odebrecht en México, para que le entregara los sobornos para la campaña del candidato Peña Nieto”, aseguró.

El tiempo que dio un juez para que la Fiscalía arme el caso por la compra de fertilizantes Agronitrogenados y los sobornos de Odebrecht es de seis meses, periodo en en que los implicados podrían ser llamados a declarar.

#OpiniónEnSerio: ¡Coca-Cola financió engaño!. ¡Famoso extranjero beneficiado por EPN!. ¡Plan B por COVID-19!. @youtube

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1.- ¡Entérate para qué Coca-Cola financió una red mundial de científicos!.

2.- ¡Entérate que extranjero habría sido beneficiado por EPN con el caso de Agronitrogenados!.

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Dos países piden asesoría de México por programa “Aprende en Casa”

Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública, dio a conocer que debido a que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) compartió información sobre el programa “Aprende en Casa”, dos países solicitaron a México asesoría sobre educación a distancia.

“Ya tenemos la solicitud de dos países para asesorarlos, en “Aprende en Casa”, hace unos meses la Unesco mencionó mucho lo que hace México. Incluso la OCDE mencionó que China y México habían respondido de manera inmediata a la pandemia desde el sector educativo y es algo que vamos a compartir con quien lo desee”, indicó Moctezuma.

¿Por qué es importante?

“Aprende en Casa” fue un programa de aprendizaje a distancia que implementó el Gobierno Federal, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), para que los niños y jóvenes que tuvieron que ser enviados a sus hogares por la pandemia del coronavirus o COVID-19 pudieran continuar con sus estudios.

Enrique Alfaro antes y durante la pandemia estrena camionetas de lujo.

Antes y durante la pandemia, Enrique Alfaro compró camionetas de lujo en lugar de ahorrar para enfrentar al coronavirus. Las Jeeps de entre 700 y 900 mil pesos son las favoritas del góber rebelde.

En el penúltimo día de 2019, mientras el país estaba distraído en las vacaciones decembrinas, la Secretaría General de Gobierno de Jalisco se dio su propio regalo de Año Nuevo: dos camionetas de lujo, Jeep Wrangler Unlimited Sport, modelo 2020, por las que pagó un millón 424 mil pesos… con cargo al erario.

Esas camionetas en color “blanco brillante” fueron adquiridas para que Juan Enrique Ibarra Pedroza, la mano derecha del gobernador Enrique Alfaro, haga sus labores con toda suntuosidad: aire acondicionado con control automático de dos zonas y filtro de aire, audio Premium Alpine con nueve bocinas y amplificador de 12 canales, pantalla táctil de 8.4 pulgadas a color en el tablero, volante forrado en piel y, si se requiere hacer el trabajo con la brisa tapatía, cuenta con un toldo de tres paneles desmontables, así como seis bolsas de seguridad y una poderosa tracción 4×4.

Ambos vehículos –con placas oficiales 03N201 y 03N203– forman parte de una flotilla de vehículos último modelo que la administración de Enrique Alfaro está estrenando, en el año en que la pandemia obliga a los gobiernos a ahorrar recursos: se trata de 377 vehículos –camionetas de lujo, vehículos eléctricos, motocicletas y más– todos modelo 2020, de acuerdo con registros públicos del gobierno estatal consultados y en poder de EMEEQUIS.

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