Si bien el tema es ALTAMENTE preocupante e indignante, y llega a polarizar a una sociedad ya de por sí fracturada, no se puede pasar por alto un punto importante que pocos quieren tomar en cuenta, y es que NO hay ni una acción ¡DE NINGUN GOBIERNO EN EL MUNDO! que pueda evitar un Feminicidio en lo inmediato y con 100% de efectividad. Los países con menores agresiones contra la mujer, y contra cualquier ser humano, tienen sin duda un legado de valores y educación muy distintos a los que en México se han inculcado ¡Por decalustros! como por ejemplo el machismo donde los hijos hombres no deben servir una mesa o lavar un traste y mucho menos lavar una prenda de vestir; hogares en dónde la degradación o el trato de servidumbre que se le da a las propias hermanas “Es normal”; hogares donde el papá o la mamá dicen con extrema cotidianidad y soltura “Sirvele más sopa a tu hermano o pásale un pan a tu hermano” como si padecieran algún grado de discapacidad y no pudieran atenderse ellos mismos. Éste machismo que se inculca en el seno familia también se ve mezclado en muchas de las familias mexicanas con el Matriarcado, donde la madre es la mujer intocable que debe respetarse por sobre todas las cosas ¡Y aún los desconocidos deben hacerlo! ya que una mentada de madre contra la “Sacrosanta” podría desencadenar la mayor de las furias en cualquier calle, avenida, parque, museo o negocio del país; para éstos hombres cualquier lugar es perfecto para defender a la mujer que los cuido y educó a su modo o en la medida de sus posibilidades. Así pues, vemos una mezcla de conductas dónde en muchos sectores solo la mujer que es madre merece el respeto, valor y admiración de los hombres, pero no así sus hermanas y mucho menos alguien fuera del círculo familiar. Este tipo de conductas se dan en un gran sector pero afortunadamente no está generalizado, ya que existen muchas familias en dónde se inculca el respeto a las mujeres y a cualquier otro miembro de la familia o persona ajena a ella; las mujeres y hombres que fueron educados y formados de ésta manera ayudan en mucho a equilibrar los excesos que pudieran darse en la convivencia diaria de un círculo social.
Si ubicamos la raíz del problema en la degradación del tejido social en cuanto a su educación y formación, nos daremos cuenta que lo que un gobierno puede hacer es atender la enorme descomposición del tejido social en todas sus vertientes o ángulos, y aún así, eso llevaría varias generaciones para sanear y ver resultados, pero se debe hacer.
El feminicida está en la calle, en nuestra colonia, a nuestro alrededor, pero también ya vimos que está en casa, en las familias, a nuestro lado, en la cama e incluso ¡dentro del corazón de las personas! Por ello considero que la exigencia a un gobierno, como la tan citada “Ni una más” se convierte en un punto que JAMÁS podrá ser cumplido por ningún gobierno en el mundo, y ésto es y será aprovechado siempre por opositores al gobierno en turno para politizar la violencia, dejando desafortunadamente en segundo plano, el interés político por encontrar acciones que ayuden a prevenir y quizás disminuir en algo el atroz crimen.