Si en el 2018 el conservadurismo hubiera hecho un tercer fraude y no le hubieran permitido a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegar a la presidencia, hoy los medios de comunicación tradicionales, sin lugar a dudas, seguirían siendo manipuladores de la inteligencia de millones de personas y serían los dueños absolutos de las benditas redes sociales.
Si ese fuera el caso, México ya habría regresado a la “normalidad” de como cuando la teledictadura pintaba la realidad a su manera y decidía lo que el mexicano debía pensar y lo que no debía pensar; de cuando los medios masivos tradicionales le dictaban a la sociedad lo que está bien y lo que está mal.
Hoy, el periodismo más empeñado en plasmar en sus medios un profundo repudio hacia la Cuarta Transformación, parece que apenas se empezó a dar cuenta de los grandes problemas que imperaron en México durante más de 30 años de gobiernos prianistas. Hoy resulta que ya se preocupan por el hambre y por la miseria. Hoy ya se dieron cuenta de que hay un grande problema que se llama corrupción sistémica. Apenas se van dando cuenta de que en México hay millones de pobres y que la corrupción dentro de las instituciones mexicanas sí existe.
A los medios de información tradicionales, eternos gatos de la mafia del poder, afortunadamente ya se les acabó su control del monopolio de la información. Por fin, ya se acabó esa “normalidad” que por décadas dictaban. Por eso, hoy los medios chayoteros están sorprendidos de que ya no se pueden salir con la suya, con la facilidad que lo hacían antes. Y están dolidos porque el Estado ya no les para balón, y no se les da la importancia que siempre han creído merecer.
Lloriquean si el presidente los toca con el pétalo de una réplica. No toleran que las mañaneras sean un medio en donde el gobierno le da la cara al pueblo, en donde AMLO actúa con plena libertad y con transparencia. Les sorprende que en las mañaneras se le dé la voz a los periodistas de medios no tradicionales, a los no tan “importantes”, a los no tan “reconocidos”.
No toleran que hoy el presidente no es dado a ocultarle información a la gente. No toleran que, aun en tiempos difíciles, AMLO se atreva a aclarar todos y cada uno de los cuestionamientos que se le plantean todas las mañanas. No toleran que AMLO hable con una calma increíble y explique con una serenidad envidiable lo mucho que se está haciendo y lo mucho que falta por hacer. No les gusta que haya un gobierno que constantemente está echando abajo las noticias falsas.
Si hoy el pueblo no estuviera avispado y los medios de comunicación tradicionales siguieran administrando la ignorancia de buena parte de la sociedad, como lo hacían antes, ya le habrían hecho a AMLO lo que le hicieron a Francisco I. Madero: ensuciar su imagen pública, al punto de preparar el terreno para la implementación de un golpe de Estado.
Los medios fifís en México deben de entender que, en efecto, el pueblo ya tiene acceso a otros medios, a otras maneras de obtener información, a otros datos.
Por Marco I. Dávila C.
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