Por nuestros #43 hermanos.
¡No perdonamos, no olvidamos!
Madre…esto es muy obscuro, frío, muy frío.. duelen los huesos, arde la carne. Siento la piel húmeda, que llora por todos los poros. ¿O seré yo Madre, que no soporto el dolor? ¿Cuánto tiempo aquí llevamos?, ¿o llevo?, porque al principio, nuestros lamentos eran uno, al unísono, como cuando gritábamos mentándoles la madre, antes que nos detuvieran los policías; luego, fueron golpes y más gritos, de indignación los nuestros, de insultos los de ellos.
Madre, por favor no me deje, búsqueme, en algún lugar me encuentro, (ni yo mismo sé dónde nos trajeron).
Ella se levanta, camina hasta la puerta, mira el cielo, está lloviendo en medio de la noche tiene ganas de correr, de buscar, no sabe que, pero piensa… ¡no!, no piensa, su corazón le dice que algo grave pasa. En esa obscuridad, lo más terrible se avecina. Se da cuenta que un mensaje llega al celular….-“por favor ponga una recarga, me urge. Nos están llevando”- lo lee, una, dos, tres veces. Su corazón se rompe.
¿Sabe madre..? Yo no llore, nos golpeaban, nos pateaban; una y otra vez, nos decían que nos había llegado la hora, “por pendejos” decían unos, “por estar contra el gobierno” otros vociferaban. Desquitaban su ira, golpeándonos con las culatas, donde fuera, a quien fuera; amontonados uno sobre otro nos traían en las cabinas de las camionetas, les daba igual si nos pegaban por quejarnos o por movernos, algunos de mis compañeros están heridos, antes de detenernos nos dispararon, nos cazaron con saña, sin miramientos, para ellos era lo mismo que estuviéramos vivos o muertos. Vi, cuando nos detuvieron, que ahí estaba el ejército, observando, o cuidando que las órdenes se cumplieran, vi también, como a alguno de mis hermanos los hirieron con las balas disparadas. Si Madre, usted sabe que mis compañeros son mis hermanos, así nos cuidamos, como familia, el verlos heridos dolía como el estar también sintiendo en carne propia las heridas, eso sí, con la ira acumulada a punto de estallar, como la carne al recibir el impacto. Luego nos pusieron bolsas en la cabeza, para que no los miráramos, de esa manera nos trajeron a este lugar; horas de viaje y de angustia, ¿pero sabe Madre…¡yo no llore!
Amanece, la angustia se convierte en agonía, esta se une a las otras, de cada madre que van enterándose, es un hecho latente, a sus hijos los detuvo la policía y no saben a dónde los llevaron, dicen que los detuvieron en Iguala y no en la escuela normal de Ayotzinapa. Al paso de las horas, sigue siendo un caos, peor el martirio y la incertidumbre, saben que hay muertos y varios desaparecidos, platican, de cómo los persiguieron, emboscaron, golpearon, hirieron, ¡asesinaron!. Las “autoridades” callan, mienten, tergiversan, pero no buscan. Son #43 los desaparecidos, todos normalistas. 43 familias que mueren por la angustia de no saber, 43 madres que parieron un hijo, y no saben de ellos, madres que cada minuto mueren y reviven para buscar, porque se juraron que los van a encontrar.
Madre.. yo quiero que este orgullosa de mi, he soportado cada insulto, cada golpe, cada herida. Madre… así a sido nuestra vida en el campo, difícil, dura, con penurias, recibimos golpes que hieren y humillan, de este sistema que nos tiene empobrecidos, sometidos; pero no nos doblegamos, nuestro orgullo, nuestro amor a la tierra es más fuerte que cualquier desgraciado que quiera dominarnos. Por eso quiero ser maestro, para enseñar a mi gente a defenderse. A seguir el ejemplo de Genaro, de Cabañas de quienes dieron su vida para darnos dignidad….¿se acuerda Madre cuantas veces hemos platicado de ellos?
Ahora estoy aquí, sin saber del tiempo, ya no importa si es de noche o de día. Ya no importa el dolor, ni las lágrimas, ni los gemidos, ni los llantos. Lo único que importa es que me busque, que me encuentre.
Lo que quiero Madre, es que no me olvide, porque si lo hace..empezare a MORIR.
Rafael Muñoz
@raffi_too