SR. ENRIQUE PEÑA NIETO
Disculpe que lo moleste con esta carta, pero me pareció necesaria la comunicación con usted, aunque solo sea por la vía escrita. Perdonará también que no lo pueda llamar Presidente, pero desde el momento en que fue declarado ganador en una elección plagada de trampas y componendas, supe que usted no podría ser llamado legítimamente de esa manera.
De cualquier forma, le escribo con un respeto que debo a la educación que me dieron mis padres, la cual me obliga a tratar consideradamente a toda persona, aun en el caso de que la misma sea poco digna de guardarle la menor cortesía.
Quiero hacerle unas cuantas preguntas que me desconciertan como mexicano que soy, respecto a su actuación pública; entiendo que las mismas preocupan también a millones de ciudadanos en el país, una tierra antes rica y orgullosa que hoy se ve lastimada, sometida, vejada por el “gobierno” –así entre comillas”-, que usted encabeza.
¿Por qué si llegó a la presidencia del país, de una forma tan poco digna, no se preocupó por legitimar su gobierno, aplicando una política pública en favor de los mexicanos? Sabemos que usted es un producto marca Televisa; nos ha mostrado que su educación es pésima y que su desempeño como estudiante dejó mucho que desear, si consideramos que plagió la tesis que presentó para graduarse. Pero aun con estas manifiestas limitantes personales, pudo ser un presidente pasable y digno del recuerdo, si usted hubiera puesto algo de su parte. Es cierto que al vender su alma a Televisa y demás poderes fácticos, estaba obligado a proteger la riqueza de la minoría que saquea tradicionalmente a México; pero faltar a la palabra dada, en este caso era completamente justificable y el pueblo del país –perdone que no pueda decir su pueblo, porque no lo somos-, hubiera aplaudido este acto de patriotismo y valentía.
¿Está verdaderamente satisfecho de sus Reformas Estructurales? Vendió la riqueza petrolera del país, por presiones de un gobierno americano que ahora lo desprecia y ve en usted y en su camarilla de tecnócratas, a unos peones de poco valor, a quienes no debe tratarse de igual a igual. Nada de lo que prometió en materia energética se cumplió; no hay fuentes de empleo, la gasolina se encareció, adquirimos del exterior lo que antes producíamos aquí. ¿Ese era el plan original que nos tenía preparado Sr. Enrique Peña?
De la Reforma Educativa ni hablemos; ese bodrio nada tiene que ver con la educación. Una reforma en este sentido la elaboran pedagogos, sociólogos, académicos, maestros, padres de familia y estudiantes en su conjunto, no políticos incapaces que no saben ni leer –escrito y pronunciado con doble e-, como en el caso de su amigo Aurelio Nuño.
La Reforma Laboral ¿puede enorgullecerlo?; darle todas las ventajas a las patronales, eliminando las conquistas de la clase obrera que costaron sangre y esfuerzo a través de la Historia, es el resultado de su incalificable política de agresión a los trabajadores; todo para que los ricos se vuelvan aún más ricos y quienes en realidad trabajan a diario con todo su empeño, carezcan hasta de lo más indispensable. Que pésimo gobierno es el de usted Sr. Peña Nieto.
Le pregunto ¿Por qué el abandono total al campo y a su gente? Los antiguos campesinos orgullosos de su contribución a la economía nacional, viven hoy de milagro, pues no hay recursos para reactivar este sector fundamental de la economía mexicana. Lo que es peor e indigna a toda la sociedad del país, muchos de ellos, se encuentran trabajando actualmente para el crimen organizado que usa sus tierras para la siembra de marihuana y amapola, haciendo de los pobladores del campo, obligados por la necesidad, delincuentes del orden federal. A esto ha reducido usted la antigua tranquilidad provinciana; a una existencia donde se vive con mucha dificultad y se muere fácilmente.
¿Y los muertos que se dan a diario por la falta de seguridad imperante en todo el país? ¿Las fosas clandestinas donde los mismos familiares tienen que escavar e intentar identificar a sus familiares asesinados? ¿Los crímenes del Estado en contra de estudiantes, periodistas, luchadores sociales, maestros, etc.? ¿Esa es la calidad de gobierno que hoy lo enorgullece?
Su último triunfo ha sido el fraude descarado que usted y su equipo de corruptos, perpetraron en el Estado de México para darle una victoria inmerecida y pírrica a su primo Alfredo del Mazo; la maestra Delfina Gómez y Morena, aun perdiendo –todavía falta el fallo del Tribunal Electoral-, ganan más en legitimidad y dignidad que su opaco primo, manchado desde el inicio a los ojos de la sociedad mexiquense.
Le pregunto sobre algunas cosas y le recuerdo otras, porque considero que su gobierno ya se perdió; no puede hacer usted nada Sr. Peña Nieto, para cambiar la Historia y conseguir que los mexicanos olvidemos tanta afrenta, tanta muerte, tanta corrupción. El Estado Fallido que usted fabricó, será su sombra por siempre. Pero aun hay un acto de dignidad que si está a su alcance y que puede dignificar un poco su paso por la presidencia de la República: en el 2018, permita que las elecciones sean limpias; no incline la balanza de manera sucia, para que llegue al poder alguien que continúe el trabajo sucio que usted inició. Dele oportunidad a México de restañar sus heridas y retomar un rumbo sano, sin corrupción, sin impunidad y violencia. Permita que la gente del país decida el tipo de gobierno que desea lo represente. Manténgase al margen Sr. Peña Nieto y deje que otros lleguen a recomponer la catástrofe priista que usted encabeza.
Si usted acepta el consejo, le aseguro que con ese solo acto, los mexicanos lo recordaremos no como un buen presidente, pero si como a alguien que al final del camino rectificó e intentó enmendar el rumbo. En algo ayudaría ese gesto a su conciencia. Rectifique y entréguese después al práctica del golf que tanto lo apasiona; refúgiese en Valle de Bravo donde otros como usted lo acompañarán con certeza; pero por favor, de el paso necesario para que México olvide la pesadilla del gobierno que usted indignamente representa y tome rumbos de progreso y dignidad, desligado totalmente de la mafia priista.
Es todo lo que quería expresarle Sr. Enrique Peña Nieto; disculpe que no pueda cerrar la misiva con un saludo, pero no me nace.